Francisco Herrera tenía 15 años cuando llegó a Lima. Vino desde Paramonga buscando convertirse en un gran pintor. El hecho de no haber concluido sus estudios secundarios, frustró su ingreso a la academia de arte.
Pero no se amilanó, una vez caminando encontró un letrero que llamó su atención: “Se necesita jóvenes para bordado”. La falta de dinero hicieron que probara suerte en ese negocio.
Con el tiempo, la misma empresa decidió contratarlo como ayudante de dibujo pues descubrieron sus habilidades artísticas. “Allí me enseñaron a bordar y eso me permitió conocer a muchos artistas folclóricos que llegaban al local pidiendo que se les confeccione sus trajes”, cuenta.
De a pocos, Francisco fue ganándose la confianza de estos personajes hasta que una cantante le pidió que trabajara directamente para ella.
Unos meses después, le propusieron abrir una tienda en Gamarra que pudo sostener solo por dos años. Ya que trabajaba solo no podía cumplir los pedidos.
LA OPORTUNIDAD
En los años 80 cuando Francisco tenía como clientes a los principales representantes de la música vernacular y trabaja directamente para ellos, decide abrir una tienda en Zarumilla, pagando un alquiler de S/.2 por el local.
“Ahora esa cifra no es significativa, pero en ese momento era mucho dinero. Solo tenía para pagar el primer mes y no el adelanto que me pedían”, comenta.
El emprendedor narra que su primer cliente no tenía dinero para pagarle y le dio a cambio un gallo. “Lo bueno es que tuve más pedidos y pude cubrir todos mis gastos“, refiere.
“La empresa es un sueño que comparto con mi familia, nunca pensé que llegaría tan lejos y mira, acá estamos avanzado todos los días”, asegura.
Luego de 32 años, Francisco es dueño ahora de su propia marca El Arte Dorado, tiene cuatro locales, brinda trabajo a más de 25 personas y sigue diseñando los trajes de los principales artistas folclóricos del país.
Fuente. Peru21.pe
Visita nuestra radio web www.fullfiesta.pe
Pero no se amilanó, una vez caminando encontró un letrero que llamó su atención: “Se necesita jóvenes para bordado”. La falta de dinero hicieron que probara suerte en ese negocio.
Con el tiempo, la misma empresa decidió contratarlo como ayudante de dibujo pues descubrieron sus habilidades artísticas. “Allí me enseñaron a bordar y eso me permitió conocer a muchos artistas folclóricos que llegaban al local pidiendo que se les confeccione sus trajes”, cuenta.
De a pocos, Francisco fue ganándose la confianza de estos personajes hasta que una cantante le pidió que trabajara directamente para ella.
Unos meses después, le propusieron abrir una tienda en Gamarra que pudo sostener solo por dos años. Ya que trabajaba solo no podía cumplir los pedidos.
LA OPORTUNIDAD
En los años 80 cuando Francisco tenía como clientes a los principales representantes de la música vernacular y trabaja directamente para ellos, decide abrir una tienda en Zarumilla, pagando un alquiler de S/.2 por el local.
“Ahora esa cifra no es significativa, pero en ese momento era mucho dinero. Solo tenía para pagar el primer mes y no el adelanto que me pedían”, comenta.
El emprendedor narra que su primer cliente no tenía dinero para pagarle y le dio a cambio un gallo. “Lo bueno es que tuve más pedidos y pude cubrir todos mis gastos“, refiere.
“La empresa es un sueño que comparto con mi familia, nunca pensé que llegaría tan lejos y mira, acá estamos avanzado todos los días”, asegura.
Luego de 32 años, Francisco es dueño ahora de su propia marca El Arte Dorado, tiene cuatro locales, brinda trabajo a más de 25 personas y sigue diseñando los trajes de los principales artistas folclóricos del país.
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